En ExpertMed sabemos que en las épocas de calor se debe de poner especial atención al régimen alimenticio del ganado, tal y como se cita en este artículo de PV Albeitar.
La acidosis ruminal es un proceso derivado de la acumulación excesiva de ácidos grasos volátiles en el rumen o de un aporte insuficiente de sustancias que neutralicen su acidez (tampones) a través de la saliva o de la ingestión de alimento. En vacas sometidas a estrés calórico, los cambios fisiológicos, metabólicos o de comportamiento aumentan su susceptibilidad a padecer acidosis ruminal subaguda o subclínica (ARS), que se caracteriza por caídas del pH ruminal hasta valores de entre 5,2 y 5,6. Mishra y col. (1970) observaron pH ruminales inferiores en vacas en ambientes cálidos (29,4 °C y 85% humedad relativa —HR—) alimentadas con dietas de alto contenido en forraje (65%; pH de 6,1 vs. 6,4) en comparación con ambientes fríos (18,3 °C y 50 % HR). Esta diferencia en el pH ruminal fue más acusada cuando la dieta contenía menor cantidad de forraje (35%; pH de 5,6 vs. 6,1). Además del pH ruminal medio, también es importante el tiempo durante el cual el pH se mantiene en niveles bajos. AlZahal y col. (2007) definieron la ARS como una caída en el pH ruminal por debajo de 5,6 durante 2,5-5 horas diarias.
Efectos del estrés calórico
Estos son los principales cambios que se producen en los animales durante periodos de estrés calórico:
Las vacas afectadas por estrés calórico consumen menos alimento y, por tanto, rumian menos. Además, también se reduce la frecuencia e intensidad de las contracciones ruminales. Estos factores provocan una disminución en la producción de saliva y, como resultado, la cantidad de agentes tampón que llegan al rumen disminuye.
Durante el estrés calórico las vacas incrementan el ritmo respiratorio (jadeo) para aumentar la eliminación de calor a través de los pulmones. Como consecuencia de esto se pierde dióxido de carbono ocasionando una alcalosis respiratoria. Para compensarla, el organismo aumenta la excreción de bicarbonato, por lo que disminuye su concentración en sangre y en la saliva. Además, durante el jadeo las vacas babean y pierden saliva, lo que constituye una pérdida adicional del efecto tampón.
Cambios en el comportamiento alimentario también contribuyen a la acidosis ruminal. Cuando la temperatura ambiental es elevada, las vacas tienden a disminuir el número de episodios de consumo y a aumentar la cantidad de alimento consumido en cada uno. El pH ruminal disminuye después de las comidas, la disminución es más pronunciada al incrementar el tamaño de cada comida. Además, durante épocas cálidas las vacas aumentan la tendencia a seleccionar partículas finas (concentrados) de la ración completamente mezclada (RCM) o a disminuir la ingestión de forrajes cuando los alimentos se suministran por separado.
Los principales problemas asociados a la presentación de la ARS durante la época cálida son la disminución del porcentaje de grasa de la leche y el aumento de la incidencia de cojeras. Un estudio realizado en granjas lecheras de Florida con casi 23.000 observaciones reportó caídas en los porcentajes de grasa de 3,85 a 3,31% cuando la temperatura ambiental ascendió de 9 a 36 °C (Beede y col., 1985). Cook y col. (2004) estudiaron 1.155 casos de cojeras que habían sido tratadas en 10 granjas lecheras de Wisconsin (gráfica). El estudio demostró que septiembre fue el mes con mayor incidencia de cojeras, con más de 16 casos por cada 100 animales. Además, a diferencia del resto de los meses, las cojeras ocasionadas por lesiones en el casco fueron más frecuentes que las lesiones infecciosas. Los autores indicaron que el estrés calórico, que en Wisconsin comienza a afectar dos meses antes, podría haber sido el causante de este aumento en las lesiones del casco en septiembre. Generalmente, el aumento en la incidencia de lesiones asociadas a cojeras aparece varias semanas después de que las vacas comiencen a sufrir estrés calórico.